Tuesday, April 10, 2012

¿Porqué marchitar?

El tiempo y el vacío han marcado mi apellido.
Al igual que el príncipe que espera quien rompa su maldición, ellas esperaron por un aliento de vida.
Ellas, las flores, elementos de belleza.
Nacen desahuciadas, esperando su madurez para ser admiradas.
Al igual que los fantasmas, extienden su permanencia en esta dimensión por frustrantes asuntos pendientes.
Una flor no admirada es como un horno que no calienta, como un hombre que no conoce el amor.
Se aferran a sus colores, pero como todo, el tiempo les absorbe su identidad.
Día tras día, despliegan su mejor rostro, envejeciendo, sufriendo el desprecio.
Lamentablemente, la naturaleza, al igual que el hombre, tiene fecha de expiración.
Demasiado tiempo ha pasado.
El agua se ha evaporado.
Los colores se han opacado.

Y cuando los pétalos han caído solo queda una cosa por hacer…
Y los basureros tienen que alimentar a sus familias.

Lo maravilloso del viaje de la vida es que esas flores que fueron lanzadas a un vertedero pueden ser descubiertas por algún vagabundo en busca de algo que admirar.
Es entonces que las flores podrán marchitar en manos de la aventura. En ese momento ellas comprenderán que el vertedero no es donde fueron arrojadas, sino el lugar en donde por tanto tiempo pasaron desapercibidas.
Es ese ser inesperado el que les dará la lección más importante de sus vidas: brindaron sus colores más brillantes al desprecio, y es el extraño al que tanto han hecho sufrir el que les brindó el más impresionante aprecio.

Porque para una persona puedes ser una flor más… pero para otra puedes ser el jardín donde quieren sembrar sus sueños.
Porque para el mundo eres una persona… pero para una persona puedes ser el mundo.


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