Friday, February 24, 2012

Coup d’état

Madrugamos.

Nos tomamos una taza de café en la cual el azúcar y la agenda se disuelven, mientras, cortamos una rebanada de pan y entre la jalea y las incertidumbres damos un mordisco.
Tomamos el cepillo, desprendemos pesadillas de las hebras, y como profesionales, nos estilizamos con determinación y un poco de laca.

Sonreímos.

Nuestra oscura vestimenta nos remonta a algún reciente luto. Tarareamos el réquiem que llevamos componiendo por meses.
Organizamos las ideas junto con las armas; las balas con la verdad, los rifles con las palabras.
Preparamos el bulto del cambio. Entre metales, un serrín de animosidad se ha mezclado con la pólvora. La gasolina huele a olvido, se queman fotos del objetivo.

Mientras el pueblo parece celebrar su nueva condena, abrimos el mapa de la indignidad. El recuerdo alimenta la puntería y la furia afina el equilibrio.
Colegas respaldan la decisión. Como pintura fresca, permean el sentido de impotencia con el cual hemos vivido por tanto tiempo.

Llegamos a nuestro destino con un incesante hormigueo en las manos; la duda ha entorpecido el complot en el pasado, llegó la hora cero.
Escalamos las paredes con sed, abrimos el ventanal con hambre.

Ahí se encuentra, regocijado en su victoria. Disfrutando de una gloria que no ha ganado, bebiendo un gozo que nos tomó prestado indefinidamente.

Entre un cantar y una sed por venganza, le arrebatamos la gloria y le damos un sorbo al gozo.
Las ideas se materializan con verdad y con palabras.
La animosidad y la indignidad reclaman el poder.
El recuerdo y la furia nos apunta al blanco.
El olvido se riega por el inmenso cuarto.
El miedo quema con él, el pasado se vuelve cenizas.
Al igual que sus fotos, desvanece el tirano.
Inhalamos la esencia de nuestro ser.
El pueblo, como múltiples personalidades, reclama sus almas.

Misión cumplida.

Saboreamos la libertad.
La pasada administración quedó con la pasada espera.
La anarquía emocional domina el territorio.
Con un dulce caramelo, andamos.
No hay nada que recapacitar, el dulce juega con nuestra lengua.
Hemos retomado nuestra conciencia, la victoria aclara el cielo.
Hemos recobrado el gozo de nuestras almas, llevamos un brillo glorioso.
Hemos recuperado los latidos de esperanza que una vez alimentaron nuestra razón.

… Hemos logrado revivir el corazón que una vez perdió las elecciones de la vida.

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