Thursday, February 16, 2012

Un paseo por el jardín.


Todos poseemos un lugar oculto en nuestro interior. Un sitio que por más que lo describamos, nadie podrá comprender, nadie podrá visualizarlo como tu. Yo lo veo como un jardín. Donde los arbustos secos se desintegran, las flores me sonríen, el aroma me hipnotiza, la brisa me acaricia con una magia inexplicable. Ese oculto rincón de mi ser, donde me siento a reflexionar en ese viejo banco frente a la charca. Donde el tiempo vuela, donde mis sueños son tangibles, donde mis miedos se ahogan, donde el amor es respirado y el dolor es perspirado. Precisamente es en ese jardín donde busco recostarme de algún arbusto y dejo mi mente fluir y me permite compartir un pequeño pedazo de mi intimidad contigo.

Es en ese jardín donde internalizo lo que no puedo cambiar, donde siembro metas, donde riego memorias, donde muchos de nosotros enterramos sentimientos…

El problema estriba en que a veces enterramos sentimientos y no vemos que en realidad enterramos semillas.

Eso que parece haber sido cubierto con tierra llena de resentimiento puede retoñar. Puede hacernos reconsiderar. Puede lograr impresionarnos, desarmarnos, despojarnos de orgullo. Nunca entierres sentimientos moribundos, trabájalos: sánalos o practica la eutanasia.

Puede ser que cuando volvamos a tomar un paseo por el jardín nos encontremos con una secuoya imposible de derribar.

Puede ser que nos demos cuenta que esa gota de vida se aferró a no desvanecer.

Puede ser que para cuando la descubramos, sea tan monumental que nos duela el no haber podido estar allí para ver su evolución.

Puede ser que su sombra te cobije, que sirva de esperanza. Que nos haga despertar de la ignorancia.

Puede ser que ese bonsái que se mantuvo pequeño esperando tu admiración, prefirió ser admirado por las estrellas. Y para ese entonces, sólo las aves podrán llegar a tu puerta con las historias de tan impresionante testimonio de superación. De como el egoísmo te ha traicionado. De como el orgullo te empujó al vacío.

... Y vivirás viendo el inmenso árbol crecer y sólo sentir una sombra que te remonte al momento en que despreciaste una semilla que aprendió a ser fuerte sin ti. Que decidió alcanzar lo inalcanzable, y es así que descubrió que las estrellas lo admiraban más que el mortal que una vez lo enterró en vida.

No comments:

Post a Comment