Monday, May 30, 2011

Eating and loving... 'cause praying isn't my thing.


“Some days are meant to be counted, others are meant to be weighed.”


“In desperate love, we always invent the characters of our partners, demanding they be what we need of them, and then feeling devastated when they refuse to perform the role we created in the first place.”

“One thing I do know about intimacy is that there are certain natural laws which govern the sexual experience of two people, and that these laws cannot be budged any more than gravity can be negotiated with. To feel physically comfortable with someone else’s body is not a decision you can make. It has very little to do with how two people think or act or talk or even look. The mysterious magnet is either there, buried somewhere deep behind the sternum, or it is not. When it isn’t there (as I have learned in the past, with heartbreaking clarity) you can no more force it to exist than a surgeon can force a patient’s body to accept a kidney from the wrong donor. My friend Annie says it all comes down to one simple question: “Do you want your belly pressed against this person’s belly forever –or not?”

“I’m here. I love you. I don’t care if you need to stay up crying all night long, I will stay with you. There’s nothing you can ever do to lose my love. I will protect you until you die, and after your death I will still protect you. I am stronger than Depression and I am braver than Loneliness and nothing will ever exhaust me.”

“If I love you, I will carry for you all your pain, I will assume for you all your debts (in every definition of the word), I will protect you from your own insecurity, I will protect upon you all sorts of good qualities that you have never actually cultivated in yourself and I will buy Christmas presents for your entire family. I will give you the sun and the rain, and if they are not available, I will give you a sun check and a rain check. I will give you all this and more, until I get so exhausted and depleted that the only way I can recover my energy is by becoming infatuated with someone else.”


Speechless.


“This is a good sign, having a broken heart. It means we have tried for something.”

Friday, May 27, 2011

.Réquiem ambiguo.


Volátil como el alcohol...

Espeso como tu humor...

Efímero como un eclipse...

Extenso como tu rencor...

Lento como la espera...

Veloz como tu esperanza...

Fugaz como un cometa...

Estático como tu razón...

Distante como el sol...

Cercano como tu pasión...

Solo como la muerte...

Junto como tus ideales...

Mojado como el rocío...

Seco como tu romanticismo...

Asfixiante como el absoluto...

Revitalizador como tu sonrisa...

Deprimente como la injusticia...

Alegre como tus ideas...

Oscuro como la noche...

Brillante como tus palabras...

Triste como la nada...

Feliz como tus proyectos...

Vacío como el ayer...

Lleno como tu alma...


Así fue el momento de la despedida.
Así fue el momento del entierro.
Así fue el momento del luto.
Así fue el momento del fin.

Así fue...

Liberador como la revolución pero esclavizante como las memorias.

Esclavizante como las idealizaciones pero liberador como la paz.

Así fue... Simplemente fue.

No creo pero creo.


Dicen que "Karma is a bitch". Realmente sería un poco hipócrita de mi parte el no creer en Dios pero si achacarle las cosas de mi vida a un poder superior que se encarga de devolverte de una manera u otra lo que le das al mundo. Ciertamente es un concepto muy original y hasta conveniente. ¿Porqué no inventarse una "ley" universal de la cual ningún ser humano puede escaparse? Tremenda herramienta para controlar las masas.

Es una pena que no crea en ella, es una pena que no sienta que existe una justicia divina de la cual puedo depender cuando siento que la vida va en mi contra. La paz que me traería sería demasiado apropiada, sentir que no me tengo que encargar de hacerle ver cosas a las personas, sentir que el destino es un aliado. Es un arma de doble filo, claro esta, ya que tendría un impacto psicológico al pensar en obrar, me obligaría a analizar dos y tres veces mis acciones antes de hacerlas (por miedo a las repercusiones).

Hablando del destino, este se vería como un perfecto ejemplo de causa y efecto. No hay nada escrito, no hay un plan maestro en el cual tarde o temprano caería mi vida. Lo que hoy haga, mañana lo cosecho, lo que hoy me hagan, mañana puedo decidir devolverlo. No una ley divina, pero si una realidad existencial en donde nuestros pasos, como en arena mojada, quedan marcados y pueden ser rastreados hasta un punto de origen, generando un plano cartesiano único para cada ser humano.

El vivir la vida sin nada superior en que creer es fuerte, es un reto. El sentir que cada paso, cada acción, cada pensamiento, tiene una repercusión influenciada por mí, y solo por mí, genera una impresionante carga sobre mis hombros. El pensar que personas a mi alrededor pueden hacerme daño, ignorarme, usarme, y salirse con la suya tambien me hace sentir una leve desesperanza. ¿Cómo puedo ganar la batalla de la vida sin aliados? ¿Cómo puedo salir adelante si el destino es algo que no lleva ningún tipo de libreto ni estructura? ¿Cómo puedo alimentar mis sueños si están expuestos al ataque de terceras personas que conscientemente viven haciendo daño? Supongo que todo recae en mí. En mi valentía, en mi poder para superar obstáculos, en mi habilidad para escribir el destino a mi antojo, en mi capacidad para tomar las riendas de mi vida y no permitir que nadie detenga el carruaje donde llevo mis metas.

Una vez mas, que conveniente sería creer en el Karma. A estas alturas de mi vida lo que me resta es mirar hacia adelante, esquivando las rocas de mi camino, regocijado en mi vitalidad, enfocado en el horizonte. Mi mayor consuelo es (y siempre será), que de una manera u otra, las personas se encargarán de llegar a lecciones de vida en donde choquen con los efectos de sus acciones, donde podrán recapacitar sobre éstas, no por voluntad propia pero por eventos que abrirán sus ojos. Parte de ese consuelo recae en mi propia habilidad para crecer y mejorar. Con cada paso, tendré la oportunidad de observar las consecuencias de mis acciones, aprender de ellas, repetir las que funcionaron, evitar las que no. Es de humanos errar, es de locos el repetir los mismos errores una y otra vez y esperar que éstos cosechen resultados diferentes.

No creo en Dios, no creo en el Karma, pero si creo que tengo el poder de moldear mi futuro. Mi mayor deseo ha sido, es, y será, que todos esos que en algún momento atentaron contra mi bienestar tengan la capacidad de mejorarse como seres humanos. No les deseo mal, pero estoy seguro que de una manera u otra nuestras acciones conllevan una causa y efecto, y de igual manera que he tenido que aprender de mis errores por los efectos generados, espero que los mismos efectos lleven a esas personas a recapacitar, a crecer, a chocar con la realidad de la vida: todos vivimos creciendo pero eso no implica que podamos crecer viviendo.

Tuesday, May 24, 2011

.Entre opioides y visiones.


Entre drogas y dolor he tenido un episodio de luz. Uno de esos en donde todo se ve diferente, en donde comienzas a entender que la vida es una, que no es justo para mi el tenerme pena, no es justo para nadie que pierda mi tiempo guardando rencor.

Si la vida se tratase de eso, de no saber moverse adelante, uno se cuestionaría el fin de vivirla.


Siento dolor, cansancio, ganas de dormir hasta recuperarme. Debe ser por el hecho de que hubo que romper hueso, capilares y hasta hacerme dos huecos para poder aliviar otro dolor. Un dolor, que aunque intermitente, me impedía sonreír todos los días.

Quizás la vida se trata de eso, de pasar un dolor fuerte para superar otros remitentes.


Siempre he querido hacerme el fuerte, el que no llora en las películas románticas, el que siempre tiene una explicación lógica para todo. Siempre he querido ser el que la gente ve como el macho alpha, como la raíz de todas mis relaciones, después de todo, de suceder algo negativo, de una manera u otra se remitirá a la fuerza de ésta. Siempre he querido ser el que da sin esperar recibir, sólo el libro de la vida sabe cuantas veces he querido tener tanto para poder dar más. Siempre he querido ser ese con el cual todos pueden contar para la verdad, después de todo si quieres saber tu prognosis no se deben andar con caretas ni eufemismos. Siempre he querido ser el que no siente dolor, el que puede seguir adelante no importa cuan intermitentes o persistentes sean las angustias, las grietas, las tormentas.


Entre drogas y dolor he tenido un episodio de luz. La vida se trata de romper con los esquemas en los que uno mismo se envuelve. Parece no bastar con vivir en una sociedad rica en estereotipos denigrantes, uno se categoriza, se rebaja a una simple formula de la cual siempre se puede esperar el mismo resultado.

Estoy seguro que la vida se trata de eso, de uno entender que no somos un múltiplo de cero, ni somos la distancia más corta entre dos puntos.


Cuanto me gustaría poder romper con cadenas que he decidido arrastrar; con cargas tan pesadas que me generan un dolor que no hay cirugía que mejore. Siento que tengo el poder para hacerlo, pero aun en la epifanía, la fuerza tiene la potestad de abandonar mi voluntad. Después de todo, quién puede culpar a un tetrapléjico por perder el brío, quién puede culpar a un ciego por perder el espíritu aventurero, quién puede culpar a un romántico por perder su identidad con cada desamor.


Entre drogas y dolor he tenido un episodio de luz. Uno de esos en donde me encuentro en una dimensión diferente a la real. En donde mis experiencias son tan extrasensoriales como la pasión que me mantuvo atado a mi pasado. Un momento en donde puedo verme en tercera persona y comprender que no soy quien creía ser, que no soy tan fuerte como creía. Donde veo mis fallas, pero me amo con ellas. Donde veo crecimiento, donde veo evolución, donde veo mucho, tanto que es imposible no sentir esperanza. Porque quien fui no me identifica, quien fui es quien fui. Porque quien soy es el transcurso a un mejor yo, quien soy no es quien seré. Porque quien seré será el producto de interminables procesos, quien seré será mejor que quien fui.

Nunca olvidaré que la vida se trata de eso, de tomar un segundo día tras día para recordar tus errores y saber hacia donde te diriges, que no hiciste y que deseas cambiar, que veías al espejo y que transcurso tomaste para ver en ese reflejo a ese ser al cual ninguna tetraplejía, ceguera, ni romance puede derribar.

Saturday, May 21, 2011

Ich liebe dich, aber ich aufgeben...


De una extraña manera siempre he admirado a los salmones. Especialmente al salmón del Pacífico, el cual vive el reto de subir miles de millas desde el mar hasta las frescas aguas de caudalosos ríos sólo para poder desovar.

Luego de una “niñez” un tanto aburrida, estos salmones bajan hasta el mar donde logran explorar el universo que llamamos océano. Luchan por su vida, crecen, se alimentan, en espera de su madurez sexual. Cuando este momento llega, algo en su sistema les indica que ya es hora de terminar con su misión de vida, preservar su especie.

Lo más interesante, es que casi todos (sobre un 96% de ellos) mueren luego de su inmensa travesía de vida a lo largo de los ríos. Cientos, miles de millas, perdiendo energía, masa muscular y, en general su vida, sólo para lograr el cometido que instintivamente se proponen.

Puedo imaginar a la hembra desovando y al macho fertilizando y ambos sentir que ya no tienen asuntos pendientes en este mundo. Me los imagino (como si fuera una película animada) plenos, cansados pero satisfechos con su labor, orgullosos de su entrega.

Cuando lo analizo desde ese punto de vista, puedo sentir la admiración más pura por estos animales. Por el contrario, al extrapolar a mi vida esa infernal lucha a la cual se someten, simplemente no puedo sentirme identificado.

Nadar contra la corriente ha traído grandes cambios a la sociedad, al curso de la historia en general. A veces me pregunto si esos grandes luchadores los cuales al ir en contra de lo establecido lograron cambios en el mundo hubiesen hecho lo mismo si hubiesen estado 100% seguros de que no funcionaría.

En mi vida he hecho cosas que han ido en contra de mis principios, de mis creencias, de mi filosofía de vida… pero casi siempre seguro o bastante convencido de que funcionarían. Las cosas que valoro, ya sean tan propias como mi integridad, mi dignidad o mi seguridad,  o sean tan intocables como mis seres queridos, mis metas o el bienestar en general de los que me rodean, no pueden ser expuestas a escenarios en donde puedo predecir un peligroso resultado.

Siempre he dicho que no soy como el salmón, que no nado contra la corriente. Hoy veo las cosas diferentes. Creo que es importante ser como el salmón cuando hay cosas que sabes que son difíciles de alcanzar mas no imposibles. Creo que es de ilusos el tratar de alcanzar lo imposible, soy demasiado realista para eso. De que es posible tratarlo, es posible, quizás otros salmones te acompañen y, aunque no lo logren, no estarán solos.

Cuando veo que cosas que deseo se mueven más y más arriba en la corriente, más y más difícil se le hace a este salmón alcanzarlas. 

Mientras más y más arriba en la corriente se mueve eso que deseo, más y más energía pierdo para continuar. 

Mientras más y más arriba en la corriente se mueve eso que deseo, más y más razones tengo para rendirme. 

Mientras más y más arriba en la corriente se mueve eso que deseo, más y más razones tengo para, aun sintiendo todo el amor del mundo, dejar de aletear, volver a la sal, y disfrutar lo que me reste de vida explorando ese universo al que llamamos océano.



Wednesday, May 18, 2011

Contando las cartas...


Aumenta la tensión. Se cierran los ojos para evadir las miradas. Se aguanta la respiración para evitar los suspiros. Aumenta la temperatura. Se detiene el tiempo. La brisa escapa por donde mismo entró.
Analizo la situación. Aun en la evidente derrota no concibo la idea de rendirme. No comprendo el momento. Consciente de mi falta de suerte trato de excusar mi ruina. ¿Cómo puedo estar perdiendo en un juego donde la suerte no juega ningún papel? ¿Qué puede estar sucediendo que no logro entender?
Los músculos se paralizan. Los ojos se confunden con el vaivén de los párpados. El pecho comprime  mi voluntad. Comienzo a sudar. Me paralizo con el tiempo. No se escucha ni un aguaje de la naturaleza.
Mis manos sudan como nunca. No logro despegar las cartas de mis manos. Turno tras turno siento que el azar ha sido sugestionado de alguna manera. Mientras más indago en mi técnica más me acerco al fracaso.
Los músculos se rinden. Veo estrellas donde no las hay. Respiro profundo mas me falta el aire. La fiebre atenta contra mi cordura. El tiempo, detenido, va más rápido que yo. La melodía de la música me lastima los oídos.
Observo detenidamente. Trato de imitar la habilidad de mi contrincante. Me acerco cada vez más al fin. La frustración invade mis pupilas, los números se empañan, las luces destellan en mis ojos, mis manos mojadas no logran secar mi rostro. Ya al borde de rendirme diviso algo, un realidad que quebranta la ilusión que enfrentaba. Las cartas no siempre estuvieron sobre la mesa. ¿Cómo ganar un juego donde la trampa juega un papel protagónico?

Ahora comprendo el porqué de mi derrota.

Mi oponente, desde el comienzo del juego, guardó cartas bajo la manga.


Tuesday, May 10, 2011

Retomándola

Somos humanos. Wow, tremendo "fact" para comenzar mi escrito. Sí, para comenzar mi escrito necesitaba recordar que soy humano. Es tan complejo serlo que no culpo a los suicidas ni a los deprimidos. Precisamente por esa línea de pensamiento es que me gustaría enfocarme…


Es normal sentir que la vida es una carrera de obstáculos, sentir que experimentamos tropezón tras tropezón. En los pasados meses estuve tan enfocado en ciertos obstáculos que preferí quedarme abajo, mirando el pavimento.


No puedo decir que fue una epifanía, ni que tuve una catarsis que me despojó de todos mis pesares, disculpa esto es vida real no Hollywood. Lo que si puedo decir es que con poner un poco de mi parte y tratar de mirar al cielo pude ver cosas que por estar enfocado en el suelo no pude ver antes.


Al levantar la mirada pude ver las gradas, una multitud de personas estaban porreando. Gritaban mi nombre sin parar. Ahí comprendí que aun en mi supuesta derrota no me encontraba solo. Eso me armó de valor, pero quizás el cansancio y el dolor eran tanto que no fue suficiente.


Al levantar la mirada un poco más, pude ver que otros corredores me pasaban por el lado con una determinación impresionante. Ahí comprendí que mi supuesta derrota estaba en mi mente. Que no soy menos capaz que el resto de ellos. Después de todo, esa fanaticada significaba que creían en mis capacidades, era yo el que no creía en ellas.

Al levantar la mirada aun más, pude ver las luces, no me permitían ver las estrellas, pero aun así me iluminaban el camino. Me decía a mi mismo: “¿Porqué me he enfocado tanto en mirar hacia abajo?” Entre los veloces corredores, la efervescente multitud, y las fuertes luces, me armé de valor y me puse en pie.


Tomé unos segundos para mí.


Levanté la mirada lo más que pude y miré al cielo. Aun en la plena oscuridad, aun en la falta de estrellas, sol, o luna, sabia que no estaba solo. Mi voluntad flotaba sobre mí. No hizo falta más que un pequeño impulso para no solo sobrepasar esos obstáculos acumulados, sino también derribarlos.


Comencé a correr nuevamente.


No sé cuando sea el fin de la carrera, no sé cual sea la recompensa, y mucho menos sé si llegaré a la meta. Lo que sí tengo seguro es que la voluntad no vuelve a abandonar mi cuerpo, y la determinación de esos corredores la haré tan mía como la esperanza de esos gritos que provienen de las gradas.

Saturday, May 7, 2011

Con las manos mojadas


"Nunca es tarde". Eso me dije esta mañana al despertar. Ha sido una semana un tanto intensa, una semana de procesos no aptos para cardiacos. Creo que comencé mi día diciéndome esas palabras porque son las que necesitaba escuchar. Nunca es tarde para ser feliz, para crecer, para confiar, para dejarte llevar…
Es tan extraño el sentir que los vacíos que puedan existir dentro de mi no se llenan solos. Es como si la vida me dijera: “Yo te doy las herramientas, pero tu las tienes que utilizar”. Precisamente es ese proceso de retomar el poder, de agarrar las herramientas y utilizarlas para mi bien el cual a veces resulta ser un tanto tedioso. Uno pasa tanto tiempo perdiendo el tiempo que se nos olvida como es que se vive la vida... pero nunca es tarde.
No es tarde para retomar la práctica, para mojarse las manos y comenzar a moldear todo el barro amorfo que nos rodea. Pensar que con un poco de paciencia y determinación, podemos de un desorden hacer una obra de arte. Pensar que el talento para crear siempre ha estado en nuestras manos y no en manos del destino. Pensar que no importan los obstáculos, podemos enfocarnos en nuestros tornos. Pensar que a pesar de que la soledad es fría, nuestro horno nunca se apaga. Pensar que aunque traten de entorpecer nuestro proceso, tenemos la capacidad para reconstruir. Pensar que aunque nos sintamos cansados y desesperanzados, sólo nos toma un poco de agua, movimiento y concentración para retomar el proceso creativo. Pensar que el tiempo desperdiciado no importa, que el que se avecina puede cambiar nuestras vidas… porque, después de todo, “nunca es tarde”.



"Porque somos los alfareros de nuestras vidas"

Thursday, May 5, 2011

Mi mejor amigo



Paso dado, paso marcado. Palabra dicha, palabra grabada. Acción tomada, acción indeleble.

El tiempo, como perfecto mecanismo dinámico, logra que nuestra vida, más allá de la dualidad del bien y el mal, también sea categorizada en una división tripartita de pasado, presente y futuro. Si vemos nuestra vida como el complejo completo que la compone, veremos como cada pensamiento (y su consecuente acción) abre la puerta a que nuestro camino se vea influenciado por múltiples variables que terminarán definiendo de donde vinimos, hacia donde vamos, quienes fuimos y quienes queremos ser.

Sin intervención de nuestros principios (y de la subjetiva definición personal de moral), el tiempo nos permite experimentar con la vida. Lo maravilloso de éste es que el principio de casualidad nos da la “esperanza” de que aunque las cosas no siempre salen bien, tampoco siempre salen mal. Podemos haber dado un paso del cual no nos sintamos orgullosos, y el tiempo logra que tengamos nuevas oportunidades. Es como si el tiempo, aunque no perdona, tampoco juzga.

Nuevamente, para entender claramente como el tiempo puede jugar a nuestro favor debemos tomarlo como una magnitud absoluta y no como una variable. El tiempo no va más lento o más rápido, no espera nada de ti, no margina, no se detiene. El ser humano, por el contrario, tiene la capacidad de jugar con el tiempo, de hacer algo productivo con él, o simplemente dejarlo volar. Ciertamente el dejarlo volar es parte de la naturaleza procrastinante del ser humano y nunca está de más el dedicarle un poco de tiempo a perder el tiempo. Pero no nos desenfoquemos, este mecanismo es ignorante a la realidad humana, a los prejuicios, a la maldad, a la injusticia, a la violencia. El tiempo nos abre la ventana a la incertidumbre, a la posibilidad, nos da la esperanza de que las cosas pueden cambiar, aun cuando él no juega un papel directo sobre nuestras vidas. La persona depresiva permanecerá en su espiral de autodestrucción a menos que decida utilizar el tiempo a su favor, o a menos que alguna persona decida dedicar de su tiempo en ayudar al desvalido. La guerra no se va a detener solo porque el tiempo moverá ‘sus cartas’ en ella, éste no ayuda a nadie a ganar, a fin de cuentas, el que tenga la mejor estrategia terminará dominando al oponente.

¿Cual es mi objetivo con decir todo esto?

El tiempo es una constante de la cual el proceso evolutivo se recuesta. El mundo se transforma, las especies cambian, el universo crece, el humano… ¿Qué sucede con el humano? Tal parece que los libros de historia no son mas que leyendas de héroes y piratas que entretienen a los niños. “Aquel que olvida su historia está condenado a repetirla”: esta frase recoge la realidad del humano en su más recurrente práctica, errar.

No soy misántropo, mucho menos nihilista, pero si tengo algo bien claro es que el ser humano parece vivir en un hedonismo encubierto, manifestado a lo largo de la historia en eventos de sed por el poder y el placer. El egoísmo y la falta de empatía puede convertir al ambicioso en tirano, al enamorado en obsesionado y al dadivoso en hipócrita.

He tomado decisiones que me han llevado a tocar fondo, a sentirme escoria, a sentirme uno más de esos tiranos a los cuales señalo. El tiempo ha demostrado ser la única verdad absoluta en mi vida. Lo que tengo lo puedo perder, lo que siento puede cambiar, lo que he hecho puede ser rectificado, lo que estoy por hacer está en mis manos. El tiempo es mi mejor amigo, y gracias a mi incesante sed por el conocimiento he podido descubrir que está en mis manos, y sólo en mis manos, el lograr darle los giros adecuados a mi vida. Al final del camino, podré mirar atrás y sentirme orgulloso de la cronología que protagonicé, podré mirar al tiempo y susurrarle: “Yo me voy, tu te quedas, ojalá otros puedan valorar la oportunidad que nos das de cambiar el mundo un paso a la vez… pero un paso tras otro”.