Saturday, May 21, 2011

Ich liebe dich, aber ich aufgeben...


De una extraña manera siempre he admirado a los salmones. Especialmente al salmón del Pacífico, el cual vive el reto de subir miles de millas desde el mar hasta las frescas aguas de caudalosos ríos sólo para poder desovar.

Luego de una “niñez” un tanto aburrida, estos salmones bajan hasta el mar donde logran explorar el universo que llamamos océano. Luchan por su vida, crecen, se alimentan, en espera de su madurez sexual. Cuando este momento llega, algo en su sistema les indica que ya es hora de terminar con su misión de vida, preservar su especie.

Lo más interesante, es que casi todos (sobre un 96% de ellos) mueren luego de su inmensa travesía de vida a lo largo de los ríos. Cientos, miles de millas, perdiendo energía, masa muscular y, en general su vida, sólo para lograr el cometido que instintivamente se proponen.

Puedo imaginar a la hembra desovando y al macho fertilizando y ambos sentir que ya no tienen asuntos pendientes en este mundo. Me los imagino (como si fuera una película animada) plenos, cansados pero satisfechos con su labor, orgullosos de su entrega.

Cuando lo analizo desde ese punto de vista, puedo sentir la admiración más pura por estos animales. Por el contrario, al extrapolar a mi vida esa infernal lucha a la cual se someten, simplemente no puedo sentirme identificado.

Nadar contra la corriente ha traído grandes cambios a la sociedad, al curso de la historia en general. A veces me pregunto si esos grandes luchadores los cuales al ir en contra de lo establecido lograron cambios en el mundo hubiesen hecho lo mismo si hubiesen estado 100% seguros de que no funcionaría.

En mi vida he hecho cosas que han ido en contra de mis principios, de mis creencias, de mi filosofía de vida… pero casi siempre seguro o bastante convencido de que funcionarían. Las cosas que valoro, ya sean tan propias como mi integridad, mi dignidad o mi seguridad,  o sean tan intocables como mis seres queridos, mis metas o el bienestar en general de los que me rodean, no pueden ser expuestas a escenarios en donde puedo predecir un peligroso resultado.

Siempre he dicho que no soy como el salmón, que no nado contra la corriente. Hoy veo las cosas diferentes. Creo que es importante ser como el salmón cuando hay cosas que sabes que son difíciles de alcanzar mas no imposibles. Creo que es de ilusos el tratar de alcanzar lo imposible, soy demasiado realista para eso. De que es posible tratarlo, es posible, quizás otros salmones te acompañen y, aunque no lo logren, no estarán solos.

Cuando veo que cosas que deseo se mueven más y más arriba en la corriente, más y más difícil se le hace a este salmón alcanzarlas. 

Mientras más y más arriba en la corriente se mueve eso que deseo, más y más energía pierdo para continuar. 

Mientras más y más arriba en la corriente se mueve eso que deseo, más y más razones tengo para rendirme. 

Mientras más y más arriba en la corriente se mueve eso que deseo, más y más razones tengo para, aun sintiendo todo el amor del mundo, dejar de aletear, volver a la sal, y disfrutar lo que me reste de vida explorando ese universo al que llamamos océano.



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