Thursday, May 5, 2011

Mi mejor amigo



Paso dado, paso marcado. Palabra dicha, palabra grabada. Acción tomada, acción indeleble.

El tiempo, como perfecto mecanismo dinámico, logra que nuestra vida, más allá de la dualidad del bien y el mal, también sea categorizada en una división tripartita de pasado, presente y futuro. Si vemos nuestra vida como el complejo completo que la compone, veremos como cada pensamiento (y su consecuente acción) abre la puerta a que nuestro camino se vea influenciado por múltiples variables que terminarán definiendo de donde vinimos, hacia donde vamos, quienes fuimos y quienes queremos ser.

Sin intervención de nuestros principios (y de la subjetiva definición personal de moral), el tiempo nos permite experimentar con la vida. Lo maravilloso de éste es que el principio de casualidad nos da la “esperanza” de que aunque las cosas no siempre salen bien, tampoco siempre salen mal. Podemos haber dado un paso del cual no nos sintamos orgullosos, y el tiempo logra que tengamos nuevas oportunidades. Es como si el tiempo, aunque no perdona, tampoco juzga.

Nuevamente, para entender claramente como el tiempo puede jugar a nuestro favor debemos tomarlo como una magnitud absoluta y no como una variable. El tiempo no va más lento o más rápido, no espera nada de ti, no margina, no se detiene. El ser humano, por el contrario, tiene la capacidad de jugar con el tiempo, de hacer algo productivo con él, o simplemente dejarlo volar. Ciertamente el dejarlo volar es parte de la naturaleza procrastinante del ser humano y nunca está de más el dedicarle un poco de tiempo a perder el tiempo. Pero no nos desenfoquemos, este mecanismo es ignorante a la realidad humana, a los prejuicios, a la maldad, a la injusticia, a la violencia. El tiempo nos abre la ventana a la incertidumbre, a la posibilidad, nos da la esperanza de que las cosas pueden cambiar, aun cuando él no juega un papel directo sobre nuestras vidas. La persona depresiva permanecerá en su espiral de autodestrucción a menos que decida utilizar el tiempo a su favor, o a menos que alguna persona decida dedicar de su tiempo en ayudar al desvalido. La guerra no se va a detener solo porque el tiempo moverá ‘sus cartas’ en ella, éste no ayuda a nadie a ganar, a fin de cuentas, el que tenga la mejor estrategia terminará dominando al oponente.

¿Cual es mi objetivo con decir todo esto?

El tiempo es una constante de la cual el proceso evolutivo se recuesta. El mundo se transforma, las especies cambian, el universo crece, el humano… ¿Qué sucede con el humano? Tal parece que los libros de historia no son mas que leyendas de héroes y piratas que entretienen a los niños. “Aquel que olvida su historia está condenado a repetirla”: esta frase recoge la realidad del humano en su más recurrente práctica, errar.

No soy misántropo, mucho menos nihilista, pero si tengo algo bien claro es que el ser humano parece vivir en un hedonismo encubierto, manifestado a lo largo de la historia en eventos de sed por el poder y el placer. El egoísmo y la falta de empatía puede convertir al ambicioso en tirano, al enamorado en obsesionado y al dadivoso en hipócrita.

He tomado decisiones que me han llevado a tocar fondo, a sentirme escoria, a sentirme uno más de esos tiranos a los cuales señalo. El tiempo ha demostrado ser la única verdad absoluta en mi vida. Lo que tengo lo puedo perder, lo que siento puede cambiar, lo que he hecho puede ser rectificado, lo que estoy por hacer está en mis manos. El tiempo es mi mejor amigo, y gracias a mi incesante sed por el conocimiento he podido descubrir que está en mis manos, y sólo en mis manos, el lograr darle los giros adecuados a mi vida. Al final del camino, podré mirar atrás y sentirme orgulloso de la cronología que protagonicé, podré mirar al tiempo y susurrarle: “Yo me voy, tu te quedas, ojalá otros puedan valorar la oportunidad que nos das de cambiar el mundo un paso a la vez… pero un paso tras otro”.

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