Saturday, April 2, 2011

Zzzz...


Despierto, descubro la luz, toco mi pecho, huelo la sabana, acomodo mi cabeza en la almohada, miro al techo, reaccionan mis sentidos ante el entorno.

Pienso en mi ayer, en mi ahora, en el próximo movimiento, en el próximo pensamiento, en que debo y no debo pensar.

Una vez más muevo mis brazos, descubro el mundo de mi cama, fría, huele a mi, sólo una vaga fragancia de mi pasado detona recuerdos inconsistentes.

Por unos segundos me siento solo, consolado por la comodidad y la calma de mi oasis.

Siento sed, el hambre no llega aun.

Muerdo mis labios, busco algún sabor, algún recuerdo de la noche anterior. No encuentro nada, quizás un ligero sabor a alcohol, quizás de mi perfume.

El aire me falta por un segundo, algún recuerdo me ataca los pulmones. Respiro profundo, libero mi mente de cualquier pensar.

Toco mi cabello, despeinado como mis ideas, trato de organizarlo como si alguien fuera a verme, trato de organizarlas como si alguien pudiera verlas.

Doy una vuelta, descubro rincones, olvidados lugares de ese suave mundo que me da la bienvenida a un nuevo día.

Trato de encontrar algo que me haga recordar como llegue ahí, solo recuerdo una pesadez, un cansancio, una falta de energía que logró que me rindiera ante mi sereno lecho.

Huelo mis manos, comienzo a cuestionar mis sentidos. No encuentro evidencia sobre mi cuerpo que me ayude a comprender.

Me siento sudado, pero no lo estoy.

¿Dónde quedó la fuerza? Siento que me falta voluntad. Mis músculos se encuentran desconectados de mi cerebro, ellos aun duermen.

Trato de concentrarme, trato de recordar si alguna pesadilla perturbó mi sueño.

No puedo recordar, por más que trate.

Me armo de valor, muevo mi cuerpo. Encuentro mi celular, es muy temprano. No hay mensajes ni llamadas perdidas.

Sobre mi mesa de noche hay un control remoto negro, oprimo un botón, comienza una música a llenar el pequeño espacio. 

Entre unos rayos de sol, una ligera y romántica música, unas suaves almohadas, y un desnudo cuerpo, tengo una epifanía: un nuevo día comenzó.

Siento que ha pasado mucho tiempo, me altero, me calmo, solo han pasado unos minutos desde que abrí mis ojos. Se acelera el corazón, se despiertan mis músculos, se contraen las pupilas, termino sentado en la cama.

Toco la pared junto a mí, siento unas sutiles vibraciones, la música llena de vida (y de alguna melancolía) a esas paredes. Me alimento de esa energía, toco el piso con mis pies.

Me estiro, preparo a mi cuerpo para el aborto. Después de todo, ya es hora de abandonar ese nido que por unas horas me hizo sentir tan seguro.

Me levanto, me paro frente al espejo. Me veo descansado. En el reflejo veo mi espacio, veo que no estoy solo, veo que ella sigue ahí conmigo.

Se levanta y se acerca a mi, me dice que todo estará bien.

Es fría, se alimenta de mi calor. Mi temperatura aumenta. Vuelve el sentimiento de que estoy sudando.

En el reflejo veo todo vacío, me pregunto donde esta todo. Veo una vida vacía. Me asombro. ¿Cómo permití esto?

Ella se acerca a mi oído nuevamente, trata de explicarme lo que estoy viendo.

Me dice en un tono casi inaudible: "Uno pasa tanto tiempo dando tanto… que en el momento en que reaccionas lo único que te queda es el aliento".

Se me eriza la piel, siento que el aire se vuelve pesado. Jadeante, cierro los ojos.

Abro los mismos. Me encuentro entre mis almohadas. Inconscientemente olfateando alguna vieja pieza de ropa. Bostezo.

Entre unos rayos de sol, una ligera y romántica música, unas suaves almohadas, y un desnudo cuerpo, tengo una epifanía: un nuevo día comenzó. Es hora de recuperar todo lo que he perdido.




No comments:

Post a Comment